Vuelvo con energía renovada después de un pequeño descanso durante la semana Santa, uno de los periodos del año que vivo más intensamente como malagueño, especialmente el Martes Santo con la salida de mi Virgen del Rocío. Sin embargo, para mí no ha sido una semana de vacaciones sino de mucho trabajo, puesto que los empresarios hoteleros nos hemos enfrentado estos días al primer periodo de temporada alta del año.
Una vez pasada la primera prueba de fuego de la temporada 2014, llega el momento de analizar los datos y de hacer un balance realista de los datos de ocupación, antes de que unos políticos y otros intenten vendernos la moto de la recuperación del sector y de que en la prensa comiencen a aparecer cifras que no son del todo ciertas.
Puedo afirmar con conocimiento de causa que la ocupación de esta Semana Santa ha mejorado notablemente con respecto al año pasado, y que el periodo vacacional arrancó con ilusión y optimismo en Holiday World, con un claro aumento de turistas con respecto al año pasado, especialmente en el primer periodo de la Semana Santa, registrando un aumento del 21% con respecto a las pernoctaciones de 2013.
La mejoría del clima al caer la Semana Santa más entrada la primavera ha animado un poco el mercado, aunque la demanda por parte de los turistas nacionales sigue sin alcanzar las cifras previas a la crisis y es el público internacional el que sigue mejorando las cifras y ha demandado estancias más largas.
Los datos de ocupación son mejores que los del año pasado, eso es un hecho irrefutable, pero debo decir que aunque la ocupación vaya aumentando, los precios a los que hemos tenido que vender los paquetes no son como para poder afrontar los enormes gastos que tiene un complejo turístico durante toda la temporada.
Los empresarios estamos detectando que los costes son bastante superiores con respecto al año pasado, debido al aumento del precio de la energía y a la subida de los costes laborales, pero los turoperadores, por el contrario, nos siguen congelando los precios y esto provoca que los márgenes de beneficio sean inferiores a los del año pasado.
Esto, lejos de solucionar el problema de la estacionalidad, lo puede agravar todavía más porque si no conseguimos beneficios durante el periodo de temporada alta es imposible que podamos matener los hoteles abiertos durante el invierno.
Los empresarios tenemos que trabajar pensando en el largo plazo, en optimizar los costes y en lograr durante los meses fuertes los suficientes beneficios para dinamizar el invierno. Este es nuestro reto para seguir trabajando.